sábado, 28 de abril de 2012

Sigo insistiendo: se puede reducir el déficit sin recortar drásticamente las prestaciones

Acabo mis clases este fin de semana con una extraña mezcla de satisfacción y desengaño. De hecho está semana ha sido muy intensa porque, además de las clases, he tenido tres reuniones con grupos de alumnos por Skype, para ir viendo la evolución de sus respectivos trabajos de curso. Por esa parte muy bien. Tanto las clases como las reuniones parecen haber sido provechosas que, al final, es el objetivo que se persigue. Como algunos saben, mis clases son de Dirección de Operaciones y parece que el mensaje de que es posible hacer eficiencias y al mismo tiempo generar valor al cliente, va calando y las herramientas necesarias para poder hacerlo van siendo asimiladas. Y eso es importante para ellos en su carrera profesional y pienso que también lo es, en general para el país.

Por otro lado, está misma semana he tenido la oportunidad de hablar personalmente con algunos de esos alumnos fuera de clase, en un entorno más distendido. Varios de ellos me comentaban, algo desanimados, que entendían perfectamente que lo que yo estaba intentando inculcarles era importante, pero que pensaban que en su caso no era aplicable. Especialmente me lo decían alumnos que trabajan en puestos directivos en empresas cuyo principal cliente es la administración pública. Y no lo hacían de forma general, sino explicándome bastantes ejemplos. No puedo reproducirlos todos porque me alargaría demasiado, pero ahí van algunas "perlas": "Nosotros prestamos servicios de mantenimiento de jardines públicos" me contaba uno, "y en los pliegos de condiciones de muchos concursos, la exigencia es que haya un número determinado de trabajadores cada día de forma que, aunque mejoraras los procesos y fueras capaz de dar la misma calidad de servicio con menos personal, no puedes hacerlo. Incluso en el caso de concursos que ya tenemos adjudicados, no podemos reducir personal aunque mantengamos los jardines impecables. Lo curioso es que nadie controla el resultado final. Los jardines pueden estar hechos una porquería, pero si tu pones el personal que has comprometido, nadie te dirá nada". Otro me explicaba, "prestamos servicios de recogida de basura y en algún caso, la exigencia básica es que todos los días levantemos cada uno de los containers y lo volquemos sobre el camión. Da igual si el container está lleno o vacío, hay que hacerlo, y es lo único que controlan. Y aún hay más, se da la circunstancia de que en un Ayuntamiento se hace la recogida durante el día y en el de al lado se hace por la noche, pero no podemos compartir los camiones porque ambos entes exigen que sean exclusivos y que estén rotulados con su imagen".

Y así, podría seguir contando al menos diez "anécdotas" explicadas por cuatro alumnos distintos en solo un fin de semana.

La realidad, queramos reconocerla o no, es que hay un recorrido enorme en cuanto a eficiencia en los servicios públicos y sin embargo, estamos todos instalados en el debate político que para mi, es el "debate de los incompetentes". Unos que no saben como prestar servicios públicos sin gastar más de lo que tienen y otros que no saben reducir el déficit sin recortar prestaciones. Pero gastar más no es la solución -si lo hacemos acabaremos cayendo por el precipicio por el que andamos- y reducir drásticamente las prestaciones públicas para no gastar tampoco lo es, porque eso nos llevará al conflicto social y a la congelación de la economía. Se puede perfectamente reducir el déficit y mantener, en incluso mejorar, la calidad del servicio al ciudadano y eso es lo que actuaría de palanca para impulsar la recuperación en España.

Desde luego es un poco desesperante escuchar como profesionales competentes, sabiendo como mejorar la situación, finalmente creen que no van a poder aplicarlo en la práctica.